viernes, 8 de octubre de 2010

"These little volcanoes came as a surprise to me"

Uno se da cuenta cuando algo empieza a cambiar. Estoy más distraída y despreocupada y mis pensamientos divagan, casi siempre imaginando situaciones que sólo podrían pasar en mi cabeza. Me seduce la completa idea de arriesgarme, de tirar la lista mental que manejo generalmente, de abrirme, SOLTAR, y dejar de pensar, sólo vivir y sentir. Claudia dice que si uno se lo cree, puede pasar. Y sí, creo que si atraigo con todas mis fuerzas lo que creo sentir y quiero seguir sintiendo, puede pasar. Los riesgos nunca han sido mi fuerte, pero ¿por qué no? "Vivir es lo más peligroso que tiene la vida", y ahora no tengo nada nada que perder.

Quisiera intensificar estas sensaciones de hoy y seguir pintando las nubes con mi varita mágica, pensando positivo y asegurando que todo estará bien en los distintos aspectos de mi vida. Aunque me debata entre organizar y tirarme al vacío, creo que me tiraré al vacío de una forma organizada.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Antojos

Hoy tengo antojos de todo. No ha salido el sol, pero yo lo vuelvo a ver. Tengo antojos de volar, de verme una película debajo de las cobijas y creer soy la protagonista. Hoy tengo antojo de chocolate, de música vieja y libros de corazones rotos; hoy, particularmente me quiero comer el mundo desde el oriente hasta acá. Hoy, como casi siempre que escribo, tengo antojo de enumerar, de pintar con mis marcadores de colores, de hacer un colash, de café recién hecho, de pinturas de Van Gogh y gerberas rojas. Hoy quiero ser cantante de una banda de rock, bailarina de ballet y actriz de Broadway, hoy le pongo banda sonora a mi vida así no sirva mi computador y toda mi música este atrapada y sin salida. La música está en mis oídos y la brocha en mi mano derecha.

Hoy quiero soñar con todo lo que sé que quiero y siempre he querido.

sábado, 31 de julio de 2010

Por qué, para qué....

Tener una casa donde vivir a gusto, con todo lo material que esto implica, es fundamental para mí. Viví cinco meses en mi primer apartamento; arreglando, escogiendo, comprando, siendo absolutamente libre - bueno todos sabemos que "absolutamente" es imposible - pero con varias opciones al fin y al cabo. Disfruto la soledad de la independencia porque nadie escoge por mí, ni opina sin sentido, ni sale con frases como "¿qué vas a hacer hoy?, porque simplemente hay días como el domingo que uno tiene derecho a no planear ni cronometrar cada actividad o pensamiento.

Ayer me fui de lo que fue mi casa por un buen tiempo, con la esperanza de encontrar otra que supla la mayoría de mis necesidades, con miedo, pero con una sensación de que al final todos los cambios iban a ser para mejorar. ¿Por qué cambios? ¿Para qué? ¿Qué hago con ellos?
Hay cosas que pasan sin ninguna explicación, y después de un tiempo nos damos cuenta que todo estaba conectado y algo no hubiera sido posible sin otra cosa que sucedió antes. Por eso me pregunto a qué me llevará cada cosa que hago o cada persona nueva que conozco. Por qué llegué a trabajar a donde estoy ahora y trabajo con los que trabajo, qué vinieron ellos a hacer a mi vida o yo a la de ellos. Yo no sería la misma sin haber vivido todo lo que me ha pasado. Con sólo modificar una pequeña cosa, como haber entrado a otra universidad, todo sería diferente...

Agradezco a cada persona que se ha colado en mi vida para cumplir alguna misión, así sea sonreirme en la puerta de un café.

Insisto en que debe haber una razón para todo. Hoy estoy atenta a las señales.

miércoles, 28 de julio de 2010

Un año más tarde

Hoy, miércoles 28 de julio de 2010, casi un año más tarde, retomo este blog. Este es el tercero comenzado y olvidado desde el 2006 que empecé con esto cuando estaba en la Universidad. Este tiene pocos posts, muy malos, producto de un trabajo repetitivo y algunas veces aburrido, y de vivir en una ciudad donde no pasaba nada.

Ahora llevo casi siete meses en esta ciudad, mil veces más masificada, enrevezada, acelerada. La amo y la odio. La dejo y me devuelvo. Robando un pedazo de una frase a Gabo, somos un mal matrimonio, porque ahora no puedo vivir con ella, ni sin ella. A pesar del caos, del tráfico, de la lluvia insesante, hay días que los cerros se despejan y salen rayos de sol que iluminan las copas de los árboles. Ahí es cuando yo caigo rendida a sus pies y me enamoro de nuevo; me pierdo caminando entre las calles de Chapinero, entrando a todos los diminutos cafecitos que encuentro, a las tiendas que venden ropa vintage y libros viejos e inventando una historia para cada persona que pasa o se cruza conmigo.
Reconozco que cuando camino, hablo sola, canto y hasta a veces creo que estoy en un musical de Broadway y que en cualquier momento algo inesperado va a pasar. Son las consecuencias de escuchar a Louis Armstrong o a Frank Sinatra una tarde capitalina, pintada con la luz de las seis de la tarde.Generalmente el musical termina cuando llego al trabajo, a mi casa, o cuando me toca coger un taxi porque hace mucho frío. Esto me baja de inmediato a la realidad y dejo de pensar, para actuar y ser absolutamente proactiva en todos los sentidos, como nos dicta "el libreto" o "el sistema".

Pero hoy, citando a María Clara Villegas, me "bajo del libreto" y exijo buscar el tiempo para ser la misma niña que a los 17 años se enloquecía con la clase de filosofía, que quería escribir libros, que pasaba el recreo en la biblioteca o preguntándole cosas al psicólogo; que nunca imaginó que su vida también estaría libretiada y monitoreada por el resto de habitantes de este mundo.

Aquí y ahora, descubro mil páginas en blanco en mi propio libreto. Y sólo yo las puedo llenar.

viernes, 28 de agosto de 2009

Vuelve

Vuelve la presión en el pecho. El estúpido deseo de querer volar sin ningún límite. La sensación de ahogo. El olor a soledad. El oleaje de agua cristalina cubierto por el manto oscuro de la noche. El aleteo de una mariposa luchando por dejar su bóveda. El mar en los ojos, el viento en la garganta. El sentido perdido, el olfato dormido. El color escondido. Las luces del olvido.


lunes, 20 de julio de 2009

Me Sorprendo

Me sorprendo a mí misma pensando en vos. Recordando, imaginando, pensando si todo fue real o lo inventé. De repente mi mente, mi loca y curiosa mente, se confabula con el destino y con cada paso que doy. Me muestra cosas que siempre estuvieron ahí y yo nunca quise ver...recuerdos y objetos que mi cerebro eliminó con gran destreza, dejándote a vos en el rincón más alejado de mi mente, en el cajón de las materias terminadas, las situaciones impensables y las personas prohibidas. Mi mente me pide que te saque del cajón. O más bien ella, que es alborotada y le encanta enredarme, te va sacando lentamente y mis ojos empiezan a ver lo inimaginable. Y entonces...¿a qué jugamos? Jugamos a que ella me tienta y yo no me dejo....jugamos a que me quiere enredar y yo me aguanto...
No quiero morir lentamente como diría Neruda, evitando una pasión y prefiriendo "el negro sobre blanco y los puntos sobre las "íes" a un remolino de emociones, justamente las que rescatan el brillo de los ojos, sonrisas de los bostezos, corazones a los tropiezos y sentimientos". Estoy 100% a favor del remolino de emociones, pero también 100% a favor de la salud mental y emocional. Y siempre ha sido así, me dedico a observar una batalla entre la razón y la pasión. Como siempre digo a quién me pregunta, sucederá lo inevitable... y para qué querer saber, si lo mejor de la vida es que es impredecible y uno nunca sabe lo que le va a pasar.
Para los que no conocen el poema y algún día leerán este blog, ahí va Quién Muere, de Pablo Neruda.
"Muere lentamente quien se transforma en esclavo del hábito, repitiendo todos los días los mismos trayectos, quien no cambia de marca, no arriesga vestir un color nuevo y no le habla a quien no conoce.
Muere lentamente quien hace de la televisión su gurú. Muere lentamente quien evita una pasión, quien prefiere el negro sobre blanco y los puntos sobre las "íes" a un remolino de emociones, justamente las que rescatan el brillo de los ojos,sonrisas de los bostezos, corazones a los tropiezos y sentimientos.
Muere lentamente quien no voltea la mesa cuando está infeliz en el trabajo, quien no arriesga lo cierto por lo incierto para ir detrás de un sueño, quien no se permite por lo menos una vez en la vida, huir de los consejos sensatos.
Muere lentamente quien no viaja, quien no lee, quien no oye música, quien no encuentra gracia en si mismo.
Muere lentamente quien destruye su amor propio, quien no se deja ayudar. Muere lentamente, quien pasa los días quejándose de su mala suerte o de la lluvia incesante.
Muere lentamente, quien abandona un proyecto antes de iniciarlo, no preguntando de un asunto que desconoce o no respondiendo cuando le indagan sobre algo que sabe.
Evitemos la muerte en suaves cuotas, recordando siempre que estar vivo exige un esfuerzo mucho mayor que el simple hecho de respirar. Solamente la ardiente paciencia hará que conquistemos una espléndida felicidad."

miércoles, 8 de julio de 2009

Son las 9:03 de la mañana y estoy en horas de trabajo. No sé mucho del cuerpo humano, pero sospecho que hoy hay algo en mí que me dificulta la respiración. Soy absolutamente consciente del aire que entra a mi cuerpo, y cada dos minutos suspiro, tratando de coger la mayor cantidad de oxígeno para que llegue a mi torrente sanguíneo y comience su viaje hasta mi corazón. Hoy no tengo mucho trabajo. Necesito tomar algunas decisiones importantes, pero mi jefe está enferma y por ahora no la puedo molestar.
La ausencia de carga laboral me pone a pensar mucho, y el pensar en cosas trascendentales quizás me pone nerviosa y por eso siento la falta de oxígeno. Antes debería estar feliz porque tengo tiempo para MIS COSAS, como siempre digo. En el colegio solía depositar mi felicidad en algún evento del día. Los días comunes y ordinarios no me gustaban, me parecían tan normales y tristes. Cuando había algo especial mi ánimo cambiaba radicalmente. Podía ser la semana cultural, el cumpleaños de algún amigo cercano, alguna actividad lúdica en clase, una tertulia filosófica, algo que hiciera un alto en la rutina y me hiciera sentir un poquito más viva. Pero en realidad estaba viva cada minuto: cuando me moría del frío a las 7 de la mañana, cuando le hacía mala cara a la clase de física, cuando se me aceleraba el corazón con alguna clase de filosofía que parecía dar respuestas a mis preguntas, en clase de educación física y en cada día normal, yo estaba más viva que nunca.
El estar consciente de mi respiración precisamente me hace sentir más viva que nunca, me recuerda que dependo de un corazón oxigenado que debo cuidar, que en cualquier momento se puede detener como un reloj que hace el último esfuerzo con una pila gastada. Me recuerda que somos igual de frágiles que las diminutas hormigas que se cuelan en mi café y en mi puesto de trabajo, que hay que vivir el presente, recordar las enseñanzas del pasado y de vez en cuando visualizar un futuro anhelado.